domingo, 20 de febrero de 2011

¡QUÉ MORAL CHAVALES!

El sábado, Rafa y Mauri, quedaron a las 9:30 en las pistas de Miguel Ángel Sol, a través del móvil. Pero como los móviles en este país están todos pinchados, LA LLUVIA los escuchó. Y allá que se presentó también ella con raqueta y bolas. Compuestos y sin novia. ¡Qué putada! La dejaron sola. A la lluvia, claro.
El Domingo no tengo ni idea de lo que han hecho. Como corresponsales de guerra son más bien flojitos. Y el redactor del Tribulete, Camilo-como-Dios-manda, no me ha dicho ni pío. ¡Claro, como se levanta a las once! Así cualquiera pone este país en pie (de guerra)
Nos veremos las caras el fin de semana próximo. A ver si se anima Barral, Curro Bellido, Richard, la sombra de Camilo (la buena), Teo, Juan Carlos, el Iglesias, Antonio-pone-bolas y el largo etcétera de vagos de invierno. Menos mal que la cuota la pagan. (¡Joder, para qué he dicho eso! Lo mismo nombran una Comisión para averiguar si es cierto que pagamos una cuota y nos estamos forrando...) Silencio. ¡Chiiiiiiisss!
Nos vemos.

domingo, 6 de febrero de 2011

CONTRA LOS ELEMENTOS, CONTRA QUIEN SEA...

Esta vez ha sido peor. Rafa sufriendo los latigazos de sus vértebras mal ajustadas, sobre todo las cervicales; yo con un dolor muscular extraño en la cadera y pierna izquierda, tal vez por hacer demasiada bicicleta. En resumen dos quejicas en pista, con un frío de pelarse hasta el punto que las bolas estrenadas (las mejores, las Proton), eran piedras cubiertas de frío. Cuatro set el sábado dignos del mejor torneo. Tras el partido me fui a la playa con May a pasear durante una hora. El día magnífico, el sol sobre el mar, la arena inabarcable. Fuimos hasta el antiguo club de Río Piedras y vuelta. Me duché, me senté a comer y fui incapaz de levantarme de la silla. Inmensos dolores en la cadera y pierna izquierda.
Me relajé tumbado hasta las seis de la tarde. Y ya, mejor, nos fuimos a jugar al billar. Casi tres horas andando alrededor de la mesa. Rafa y yo nos tomamos un Ibuprofeno con la merienda. Como compañeros ganamos la partida de billar.
A la mañana siguiente, a las nueve otra vez en la pista. Los mismos siete grados. Para que os hagáis una idea. Llevaba puesta una camiseta interior, sobre ella la parte de arriba de un squijama, sobre ésta una sudadera roja, sobre ella una sudadera amarilla y, sobre esta última, una sudadera sin mangas de tono crema. Un guante en cada mano y pantalones de chandals largos sobre los cortos de deportes.
A la media hora sólo me quedaba la sudadera roja y los short de tenis.
Cuatro set impresionantes.
Rafa magnífico, parando de vez en cuando, unos segundos en la propia pista, para aliviar los dolores de las carreras y los mareos de las cervicales. Yo cojeando frente a las bolas cortas y sesgadas. ¡Joder, qué bien lo hemos pasado!
El sábado bajó a saludarnos José Manuel Ramos que pasaba por allí. Iba vestido de ruso: chaquetón gris oscuro ucraniano, pantalones casi negros y un bolso. Típico de la Plaza Roja. El frío era el mismo. Prefirió dejarnos solos e irse a comprar pescado a Cartaya. El Domingo ya no estaba. También bajó Camilo, olvidado ya de sus proezas deportivas. Nadie más en Mariola salvo un escurridizo Richard cuyo padre acaban de operar de cataratas. Le deseamos los mejor.
NOTICIA: los ascensores de la segunda fase parecen funcionar ambos si no fuera porque esta mañana, al bajar a las pistas, me quedé encerrado en el de la derecha. ¿Una chapuza más? Ni siquiera le han quitado las pegatinas a las barras de mandos. Botonadura de plástico. ¡El colmo! El viernes al llegar había un operario trabajando en ellos. Le pregunté por el cambio de motores cuyo coste se aprobó en la Asamblea y estamos pagando como cuota extra anexa a la mensualidad. Me dijo que de cambio de motores nada de nada. Se han limitado a "arreglar" el sistema eléctrico. ¿Ustedes lo entienden? Yo tampoco.