Un jueves memorable, a las 10:00 de la mañana, y un duro partido de dobles bastante equilibrado. No obstante alguien tiene que ganar y Antonio y yo hemos sido un pelín más duros. El resultado lo dice todo para los incrédulos. 45 juegos en dos horas y media.
José ha jugado bastante bien. Ya no hay forma de que sus drives no sepan a dónde van. Y algunos dan miedo. El revés cada día lo maneja mejor y sabe perfectamente cuando darle fuerte y raso y cuando flojito y puñetero. Ha hecho dos aces a Antonio. Su punto débil sigue siendo la volea. Se entusiasma demasiado cuando va a darle y no tiene en cuenta los efectos con los que le tiramos las bolas. Pero todo se aprende. Eduardo-el-crack hoy ha estado menos crack sobre todo con el saque y la volea. Todas, y han sido muchas las que le he tirado a los pies, las ha fallado. No obstante su clase está ahí. Antonio, mi compi, ha sido como siempre el defensor nato, ha salvado bolas que hasta las gradas daban por perdidas. Le ha pasado como a José con las voleas y el segundo saque lamentable. Además su hermano lo atacaba psicológicamente en esos momentos y está claro que lo conoce bien. No sé yo si en las normas del Marqués de Coubertin, se castiga esa lucha mental. Me temo que sí. Pero bueno, de nada les ha servido al final. Y yo, invocando a mi abuela hasta el más allá, creo que he hecho un partidazo desde todos los ángulos y golpes. La raqueta nueva, la Killer, un fenómeno en mis manos.
¡Yiiijaaaa!
El domingo más. Teo, José, uno que aún nos falta y Yo.
