Este fin de semana hemos estado los justos; o sea Rafa y yo. El tiempo acompañó y jugamos dos partidos -sábado y domingo-, dignos de dos top ten. Ganador Rafa; ya sabéis: bolas en la red que caen al otros lado, golpes con el marco de la raqueta que salen para un lado ilógico, bolas en las líneas que cualquiera le discute, pelotas flojitas y otras endiabladas con su hachazo, dejaditas inoportunas, y ese largo etc., que configuran su juego personal e intransferible. No obstante, tuvo que parar el juego cuatro veces para tomar aire, descansar, compensar sus múltiples dolores y sus quejas variopintas. Pero ganó 6-2, 6-1, 6-4, 6-4 el primer día (dos horas y media de individual), y 6-4, 6-3, 6-3 el segundo (dos horas y cinco minutos)
Por cierto, tenemos un imbécil en el patio de butacas, mandando anónimos. Está claro que sólo puede ser ese comunitario aburrido que confunde los Diez Mandamientos con la Ley de la Propiedad Horizontal; ese que manda anónimos a todo el mundo probando su gran valentía. Como decía mi abuela: siempre que alguien señala la Luna, hay un tonto que mira el dedo. Este era el tonto. Le recomendamos que se de de alta en facebook donde, sin duda, encontrará algún que otro descerebrado como él, para charlar y criticar a los demás y compartir su estupidez crónica. Ya sabéis: éstos empiezan gritando que tienen la verdad bajo el brazo, que fuera de sus criterios no hay salvación, que son los Salvadores y Guardianes de ésta-nuestra-comunidad, y acaban gaseando a diez millones de judíos porque les caen mal.
Pero hace bien en no dar la cara, tras sus anónimos, ya que si alguna vez la da, ya somos varios los que estamos dispuestos a partírsela. ¡Que te den tarao!
