Pese a los agoreros y a las noticias de la inexacta meteorología de las televisiones varias, este pasado fin de semana no llovió, una vez más, en nuestras pistas. Los únicos asistentes fuimos Rafa y yo más la visita animosa de Camilo que ya siente terror del nivel que ve, semana a semana, desarrollándose.
Como noticia novedosa, he de deciros que me he comprado un nuevo par de raquetas HEAD (último grito), que han aumentado mi potencia y mi fino control de las bolas, Dumlop por supuesto. Como consecuencia de ello, Rafa me ganó los dos días (dos horas y media de partido cada jornada) El sábado 6-2, 6-3, 6-4. Como puede verse fui mejorando set a set. Si hubiésemos echado los cinco de costumbre, hubiéramos llegado a un empate. Como se demostró al día siguiente, domingo. Rafa me ganó por 6-4, 7-6 tras llegar al empate, y 6-4. Pero tuvo que usar su técnica preferida de bolitas al cielo una y otra vez. En definitiva, dos grandes encuentros de dos grandes amigos que no se perdonan ni una sola línea.
Camilo, mejorando centímetro a centímetro. Cada visita que nos hace, se acerca más a la red el puñetero. Y promete destrozarnos a su regreso. Esperemos que no siga el ejemplo de Richard-el-número-one.
Seguimos esperando la visita de José Manuel Ramos, la de Juan Carlos y la de algún que otro de los muchos que se esconden en invierno debajo de sabe Dios qué clase de manta.
Por Mariola, como de costumbre, nada mejora. Debe de ser para estar en consonancia con el país. ¿Dónde invertirán las cuotas mensuales? ¿En fondos de alto riesgo?
El sábado nos faltó Andrés. Le hemos puesto una falta grave. Pero vino a jugar Paco Barral. Rafa nos ganó por 6-3, yo les gané por 6-3 y Barral perdió por 6-2. Nuestro entrenamiento se nota bastante. El Domingo partido de exibición entre Rafa y yo mismo. El último en gritar fui yo. El gritó antes y más que yo. Las buenas costumbres se pegan. Un hermoso rato con un viento peor que el del partido Nadal-Murray. De llover nada, de nada.
