domingo, 25 de marzo de 2012

ENTRAÑABLE AMISTAD


Con una Mariola despoblada; sólo algún atisbo de Camilo en lontananza, Rafa y yo nos pusimos a jugar el sábado bajo un opaco cielo gris al que le presagiaban lluvia. Jugamos una hora y cuarenta minutos; de ese tiempo, una hora lo hicimos bajo las cálidas gotas de agua con las que las nubes negras quisieron regalarnos. ¡Poca cosa el agua para echarnos a nosotros dos de la pista!
Tras dos set de calentamiento (he jugado a penas seis partidos desde el verano), empezamos el partido y cuando íbamos 4-4 el aguacero era ya insoportable y la pista estaba a punto de convertirse en una de patinaje artístico. Lo dejamos.
Por la tarde, tocaba billar y Rafa me ganó por una sola carambola. ¡Lo que hay que hacer por un ex-campeón del mundo!
Hoy, domingo, jornada de votaciones histéricas e históricas, jugamos dos set bajo un cielo limpio. El primero 6-1 para Rafa. El segundo nos pusimos 6-6. Impresionantes los dos. Llegamos al 8-7 para mí y bola de set. Cometí un error: correr a 200/hora a por una dejada. Fallé tontamente. Nos pusimos 9-9 y mi gemelo izquierdo se despertó de golpe. Demasiadas carreras, demasiados golpes a toda potencia... Teníamos que haberlo dejado en ese punto, pero ya sabéis, aquí nadie abandona. Y ganó Rafa por 11-9.
Cuando llegué a Sevilla y bajé del coche, no podía andar entre las agujetas y el gemelo pero ¡Qué cara de felicidad se me ha quedado!
La nueva raqueta (que lo diga Rafa) espléndida. Me paso a Babolat desde ahora mismo.
En Mariola ha ocurrido algo chusco que ya os contaré más adelante. Está claro que si los tontos volaran, ya tendríamos allí un helipuerto.