domingo, 3 de abril de 2011

UN HISTÓRICO 6-0

Pese a los pronósticos del tiempo, este fin de semana es digno de reseñar y no sólo porque al fin sepamos que la Era Zapatero toca su fin. Lo mismo le pasó a los dinosaurios y a los Saurios...
El sábado, Antonio y yo pusimos a caldo a la pareja formada por Paco Barral y Rafa. Este último había equivocado la medicación y era una especie de zombi corredor. Os recuerdo que el sábado fue el Día del Orgullo Zombi. Tiró la raqueta al suelo cuatro veces y retrocedió en el tiempo, fallando lo mismo que una escopeta de feria. ¿De qué le sirve ver en la tele tanto Nadal y Federer, nos preguntábamos nosotros y su amigo Fermín? Un desastre que su compañero, por más que hizo, no consiguió enmendar. En definitiva un buen partido de tenis que ganamos -resultado lógico que diría Evaristo-, por 6-2, 6-0, 6-4. Tres horas de pista magníficamente disfrutadas. Con la visita, siempre agradable, de Juan Carlos que promete regresar al circuito este verano.
Por la tarde me enfrenté a Rafa al billar. Cada uno en su nivel. ¡Y le gané! Madre, madre, madre, qué desmadre...
Hoy, domingo, a las nueve en punto, Paco, Rafa y yo en la pista. Una pachanguita. Primero Rafa nos ganó 6-1. Siempre nos coge fríos. Ya estaba recuperado o eso parecía. Luego yo contra ellos dos llegué al 6-6 y, en la muerte súbita, Rafa tuvo a bien robarme dos bolas, una de ella un ace a la cruz central y además jactarse de ello. Bueno, pero ahí quedó claro quien lucha y quien pasea.
Luego llegó mi compañero Antonio para la revancha del día anterior. Rafa y Paco exponían sus deseos de comernos vivos. Pero... no fue así. Les volvimos a ganar en un apretado tie break para desesperación de Rafa que, como siempre, le echó la culpa a los pájaros que piaban, al lechero y al panadero que no pasaron esa mañana por la calle, a las bolas, a la raqueta, a la madre de uno de Cartaya que no sabemos quién es, a Zapatero (por supuesto), a Camilo que esta vez sí entró en la pista (¡qué penita da, madre!), y al tiempo legañoso que hacía. Cayeron cuatro gotas y ¡qué fatalidad!, las cuatro encima de la cabeza de mi hermano.
En definitiva un fin de semana para recordar, con mis raquetas americanas recién encordadas a 25-26. Verdaderas máquinas de matar.
Por cierto, por fin han puesto la cerradura de la pista dos. Y la pintura de las pistas, la buena, nos espera a nosotros los pintores y al buen tiempo. Camilo se encargará de que Manuel el jardinero (es un decir), las limpie, les quite los yerbajos y las ventile de chinos.