Una mañana de lucha endemoniada. A las 11:30 Rafa Canto y yo, tras un furioso peloteo, echamos dos juegos dignos de cualquier ATP de primer nivel. El resultado fue favorable a mi sin que ello signifique nada. Los dos le dimos a la pelota bastante bien. A las 12:00 llegó Juan Martín y nos pusimos a jugar en plan americano: él solito contra dos fieras de la raqueta. Se portó bastante bien, luchando cada bola e intentando sus saques a 220 Km/h., pero delante tenía a un Rafa Canto inmejorable, que no sólo llega a todo sino que devuelve las bolas con una innata inteligencia digna del mejor Nadal. Si consiguiera sacar algo mejor no habría gallito que le cantase incluyendo una larga lista que empieza con Fede y termina con Monis. Yo jugué como lo hago siempre en dobles, intentando ser útil y efectivo. Mis drives ya son mortales y mis revés se salen de las descripciones. Jajaja. Pero repito: Juan corrió lo que pudo y le pegó, como acostumbra, muy fuerte. Tras el segundo set, Rafa se retiró y nos quedamos solitos Juan y yo. Empecé por hacerle un ace a la escuadra derecha en el primer punto, y antes de que se diera cuenta ya estaba yo 3-0. Luego reaccionó y empezó el partido. Tiene la ventaja de que corre las Marathones de Sevilla pero yo tengo la ventaja de que juego con Rafa Canto y para eso hay que estar muy, pero que muy, en forma. Llegamos al 6-6 con ventitantos años de diferencia. Y se lo gané porque mi religión me prohibe perder un tiebreak los jueves.
Pero doy fe y él también de que fue un set muy intenso. Que repetiremos el próximo jueves. Este domingo me temo que la lluvia no nos dejará jugar. Y tengo a Rafa Canto esperándome para el próximo viernes.
