Con un frío que pelaba las manos hemos jugado esta mañana a una hora prudente Eliseo y Juan contra los indomables, impresionantes, infatigables, intangibles, insuperables Teo y Pocho. El partido se nos puso feo nada más empezar. Eliseo que llegaba de estar 12 días en Irlanda, jartito de whisky y paisajes verdes, parecía un león recién desenjaulado. Con su raqueta nueva nos lanzaba mandobles de muchos kilos y Juan, con su saque a 220, pasaba las bolas y cumplía perfectamente su cometido. Teo y yo nos miramos con la duda existencial de si nos iban a dar la del tigre.
Pero..., me quité la sudadera, los guantes, la legañas de los ojos y empezamos a jugar al tenis. Un huracán de Teo lanzando los restos de segundos saques donde nadie podía llegar, y un "yo" cortando la bola y pegandole fuerte al fondo de Juan. Les ganamos el tercer set por 6-2, devolviéndole uno de los suyo. Pero..., nos pusimos 5-0 y pudimos haberles metido el Rosco de Navidad.
El cuarto set fuimos empatados. Al final tuvimos tres bolas de set que no pudimos completar y llegamos al tiebreack. Pero claro a nosotros dos ya no había forma de pararnos. Y lo ganamos 7-5.
Todo un empate victorioso teniendo en cuenta que entre los dos sumamos 132 tacos de Oro.
El jueves juego contra Rafa Canto, el viernes contra Juan Martín y el domingo, por fin, viene mi hermano Rafa desde el Río de Piedras y mi entrañable Andrés Olaegui nos hará de árbitro.
