lunes, 2 de febrero de 2015

BENDITOS SETENTA AÑOS

Nunca había jugado un cuarto set como lo he hecho esta mañana. Una vez perdidos los tres primeros, más por mis propios errores que por otra cosa, y aún confesando que Rafa Canto es ya un especialista en devolver bolas increibles, el cuarto set ha sido para mi una absoluta gozada de buen tenis, superando el cansancio, corriendo como las balas y golpeando con tal fuerza que jamás soñé poder hacer tantos aciertos en un partido. Tarde sin duda, cuando los tres primeros habían sido todo lo contrario. Y no es que no hubiera aciertos en ellos, que los hubo y muy buenos. Pero siempre me pasa lo mismo; tardo mucho en calentar, en ubicarme, en sentir que formo parte de la pista.
Rafa ha jugado a la perfección, en su estilo habitual, pegando cuando es el caso y pasando las bolas ante mis ataques; quizás hoy ha lanzado más bolas hacia arriba que en últimos partidos, pero bueno, es su forma de concebir el juego, a la manera de Nadal.
Lo cierto es que está asombrado de mi forma de correr y llegar a todas, aunque, para ello, haya que atravesar la pista una y seis veces de lado a lado, arriba y abajo. Al final Rafa exclamaba que había sido un magnífico partido, lleno de grandes y continuos golpes. Creo que ambos estamos entrenados para buenas hazañas este verano. Y aún nos quedan  cinco meses de entreno. Mi raqueta es tan buena que me he comprado la pareja. ¿Podría jugar a dos manos?