Necesito urgente un psicólogo que me prepare para la cantidad de roscos que se me están viniendo encima. El viernes contra Rafa Canto sufrí la mayor derrota que recuerdo de mi dilatada carrera tenística. Bien es verdad que yo venía acompañado de las secuelas de una fuertísima gripe. Los dos primeros set fueron 6-0 (dos roscos seguidos) y en ningún momento tuve aire en los pulmones y serenidad para jugarle a Rafa y sus devuelve-bolas constantes. En el tercer set me puse 4-1 a mi favor pero hasta ahí me duró la capacidad de mis pulmones. Dejo constancia de mi absoluta derrota y juro por los dioses de Athenas que jamás "volveré a pasar hambre", tal y como decía Scarlata Ohara.
Este sábado, en un doble contra los Dragones de Occidente -Eliseo y Antonio Carvajal-, empecé jugando de maravilla. Teo y yo yo nos pusimos 3-0 con cierta sonrisa que jamás tuvimos que haber expuesto en los labios. A partir de ahí todos los puntos fueron para los dragones. Perdimos por 6-3, 6-0 (¡otra leche de rosco1) En le tercer set cambiamos de parejas. Y Teo y Eli nos ganaron por 6-3, 6-5. No pudimos terminar el encuentro porque nos echaron de la pista, pero está claro que Eli fue el mejor y yo el peor de la mañana.
Prometo desquitarme, si la capacidad de mis pulmones se restablece y la inflamación de mi oído izquierdo se equilibra, esta semana de Santos días, ya en Mariola, y con competidores de verdad, de esoos que no necesitan darle a las bolas con el marco y sean lo suficientemente honrados para cantar "dentro" algunas bolas se van fuera.
