¡Vaya fin de semana de tenis!
El viernes gran encuentro entre Rafa Canto (Campeón absoluto de devolver bolas hasta agotar las neuronas del contrario), y Pocho Salado que está alcanzando ya la E2=mv2. Por fin le gané un set de forma apabullante a mi gran amigo Rafa. Lo cierto es que jugué uno de los mejores individuales que recuerdo, golpeando la bola en su lugar exacto y mucha seguridad en mí mismo. Le daré la revancha nada más que me la pida.
El sábado en las pistas de Mariola y con el mar como vecino, jugué cinco set contra mi hermano. Todos para él. Practicamente fui capaz de jugar los dos primeros que ganó por 6-1, 7-5. Luego sólo intenté estar más tiempo con mi gran amigo ya que apenas lo he podido hacer este año, ni el anterior. Sigue siendo un campeón aunque luego, por la noche, me confesó que no se podía mover. Su golpe jamonero es digno de patentarse.
Y hoy, domingo, nos hemos enfrentado Teo y Yo contra los leones de las Cortes, de hierro fundido. Ellos insuperables. Paco Barral devuelve los cruzados con su gritito peculiar una y mil veces, Eli soberbio desde atrás y cuando ataca. Teo ha hecho un gran partido; cada día golpea mejor tanto de drive como de revés; sólo le falta el saque que sigue siendo a lo patito. No obstante, esta mañana ha ganado el definitivo y eso tiene mérito. Yo he pegado algunos drives de escalofrío, pero al final me sentía cansado de tres días sin descanso. Sin embargo hemos ganado el último set lo cual significa lo que significa...
