Arrastrando aún la lesión del domingo pasado, esta mañana hemos vuelto a ganarles a nuestros eternos aspirantes al bronce José del Valle y Paco Barral. HA sido un partido duro donde ellos han intentado subírsenos a las barbas. José con esos drives duros donde la bola le corre a más de 200 Km/h, y un ace que ha osado hacerme, varios pasing a Teo y alguno a mí. Barral, muy animado con sus grititos de siempre y su portentoso drive, aunque sufriendo con una extraña camiseta termolactic, de manga larga, muy sexi decía Teo a saber por qué. Teo ha luchado como un jabato intentando cubrir mi deficiencia del gemelo derecho. Hoy tenía una razón válida para robarme cien mil bolas con su "mía", mía, mía... Y yo, tras pasarme ayer seis horas en una reunión maravillosa, en Málaga, con mis viejos compañeros del Colegio La salle de Melilla (todos mucho más viejos que yo por supuesto, pero entrañables: Carlos Huelin disfrazado de Hermano de La Salle, con llamador de mano incluido, Jesús Huerta con las lágrimas pugnando por salirle de los ojos, Manolo Hueso que no se puede ser más servicial y buena gente, Fernando Cabanilla que me ha retado a ir a verlo a Mallorca (viejo jugador de tenis retirado por romperse las dos rodillas), y arbritar un partido con Nadal o con un viejo tenista de ochenta años, para ponérmelo fácil, Luis Fernández, constructor de caminos, canales y puertos, incluido el deportivo de Melilla y algún y alguna que otra, añorando los guateques de mi casa en Melilla y los paseos por la Avenida. Cuatro horas de tren (ida y vuelta) y una mala noche casi sin dormir por tanta acumulación de momentos felices, he hecho bastante con ayudar a ganar a mi compi. Pero claro, somos los mejores; al menos hasta que no les de por retarnos de nuevo a Eduardo y Antonio que más que los hermanos Carvajal, parecen en la pista los hermanos Bryan.
