domingo, 5 de mayo de 2013

DOS DÍAS INOLVIDABLES


48 horas que se quedarán grabadas en la memoria como las mejores desde hace tiempo. Llevábamos desde el verano sin apenas vernos, sin estar juntos, sin jugar uno de nuestros innumerables cara a cara. Ayer sábado lo hicimos al fin. El resultado a su favor fue lo de menos. Ambos comprobamos que seguimos en buena forma física y que nuestro tenis es, como mínimo, digno del esfuerzo que hacemos. Luego nos fuimos a comer (los dos matrimonios) a Punta nuestro clásico choco al trasmallo con patatas y huevo, nuestros boquerones frescos y nuestros helados. Después dos partidas de billar; una para él y otra para mí por su gentileza, en su maravillosa sala baja de su chalet limonero. Y esta mañana, de nuevo a las nueve, en la Pista Dos de Mariola. Lo cierto es que he extrañado bastante el color, las escasas distancias de las zonas externas  a la pista y el bote más rápido que en las Pistas Azules. Sólo diré que, cuando íbamos 4-4 en el primer set, me hizo una contradejada diabólica a la que supuso que yo no iba a llegar. Pero llegué (llego a todo igual que él), y pude enviarle un revés cortado a contrapié y paralelo. Su pundonor y su corazón bravío le hizo lanzarse hacia la bola, sólo que lo hizo en plancha por dos motivos; porque no llegaba y porque tropezó con una de las ranuras del terreno. Consecuencia: patinó con la palma de la mano, con el codo, con la cadera y con la media pierna y tobillo. Pocas caídas he visto como esa. La raqueta llegó a tocar la bola con la puntita, y se fue directa a la calle (la pelota), la raqueta contra la valla. Y Rafa sangrando por todos lados.
Nada que una buena tirita no pudiera solucionar. Pero yo quedé impresionado por el golpe de mi hermano contra el suelo.
El resultado del partido queda para él y para mi. Rafa es el hombre elástico que lo devuelve todo, incluidos mis drives a 210 K/h, esos que Rafa Canto y José tan sólo ven pasar de largo.
Jugamos dos horas y media y podíamos haber seguido otras tantas. Lo nuestro va más allá de la amistad si llamamos amistad a eso que tenemos con Monis, Iglesias, Richard o Ramos. Los cuatro han estado este fin de semana en Mariola y ninguno de ellos se ha dignado asomarse a la terraza y saludarnos, pese a no vernos en meses. Sus razones tendrán claro y muy respetables sin duda. Camilo sí, el abrazo de Camilo nunca falla.