Tras un fin de semana cojeando, me arriesgué esta mañana a jugar un cara de perro contra mi noble amigo Rafa Canto. Pese a las lluvias de ayer, la pista estaba casi bien. Así que, tras media hora de peloteo intenso, echamos un partido duro donde los haya. Dos horas y cuarto para tres set con decenas de intercambios a cual más complicado. El primer set me lo llevé sin grandes dificultades. Se notaba que Rafa llevaba una semana sin jugar y más aún a individual, mientras yo había cojeado a placer en Semana Santa. Por supuesto mi pierna, debidamente pertrechada de neoprenos, no me causó la menor molestia. El segundo set fue diferente. Rafa se puso a sacar bastante bien, fue a por todas y me lo ganó con limpieza aunque intenté que no pasara. Y en el tercero, volví a recargar las pilas, decidí atacar como los Hunos de Atila y me lo llevé por un 6-3.
Creo que lo hemos pasado bastante bien los dos. Con muchas ganas de seguir machacándonos. Yo al menos me he desquitado de mi paso cojeante y maltrecho por Mariola.
He reservado pista para el domingo. Espero que la lluvia deje de darnos la lata y se dedique a llover sobre el Atlántico o el Mediterráneo.
