miércoles, 29 de octubre de 2014

ACERCÁNDOME


Me consta que los criticones de sofá no lo van a entender. Pero han sido dos horas para ni siquiera terminar tres set. Eso indica que hemos pasado infintas bolas, o lo que es lo mismo: que ante las mil devoluciones de Rafa Canto he tenido que arriesgarme mil veces en cada punto para empatar, desempatar, empatar..., hasta que el punto finalizaba para alguno de los dos. Pero hoy mi raqueta ya era lo que su publicidad decía: un cañón de velocidad y control.
El primer set lo ganó por mis riesgos. O seo, lo perdí yo. El segundo set lo volvió a ganar por la mínima y porque, una vez más, empezó a tirar las bolas al cielo una y un millón de veces (tipo Fede). Pero lo noté apurado, hablándose a sí mismo constantemente. Y en el tercer set lo arrollé pese a que ya no le pegaba a la bola sino que me limitaba a pasársela de lado a lado y fisicamente estoy hecho un toro. Cuando me puse 5-2 me di cuenta de que no me quedaba tiempo para recoger a mi nieta Rosita. Así que estuve más pendiente del reloj que de las bolas y él continuaba con las pelotas al cielo. Lo pude haber ganado con mucha facilidad si el tiempo no hubiera estado en mi contra.
Pero he quedado muy satisfecho del juego de hoy. Cada día le pego más fuerte, con más control, a las líneas. Y así es como quiero jugar. Para mí, pasar las bolitas, no es suficiente. Lo siento. Yo no salgo a ganar por ganar; yo juego para desarrollar un buen juego duro, para atacar que es lo que he hecho toda mi vida en todos sus ámbitos. Aunque respeto las opiniones contrarias.
El viernes contra Paco Barral y el domingo Teo y yo contra los Carvajal. Y ha huir que viene la Guardia Civil.