Tres años ganándole, cuarenta partidos a mi favor, o como dicen los castizos: "tanto va el cántaro a la fuente..." Me ha dado una auténtica paliza sin paliativos. Con autoridad, pegándole a la bola con una energía impropia de su historial. Increible el juego que ha desarrollado y esta vez no ha sido sólo porque devuelva hasta las bolas que no eran nuestras; esta vez ha ganado jugando al tenis y haciéndome correr de esquina a esquina y, aunque he llegado a todas las bolas, la red parecía estar hoy en mi contra. He perdido y punto. Rafa ha ganado y punto.
¡Enhorabuena al Ganador!
Procuraré que no se repita. Mañana me toca contra Juan Martín. Me temo que voy a estar rabioso. Pero esto es el tenis. A saber si hoy Ferrer no le gana a Rafa Nadal. Yo me encierro en mis neuronas para que lo de hoy no vuelva a repetirse, aunque siento cierta satisfacción de que mi alumno haya puesto el listón a una altura razonable. Jugar entre amigos es lo que tiene; lleva uno siempre el corazón partío.
